GASTEIZ: Batalla festiva
LAS TROPAS GASTEIZTARRAS,
COMANDADAS POR CELEDÓN, TOMAN LA
PLAZA PARA CELEBRAR LA VICTORIA DE LA FIESTA
GASTEIZ. Las manecillas del reloj de San Miguel no marcan ni las
cinco de la tarde cuando las tropas gasteiztarras asoman por las calles de
Vitoria con paso firme. Avanzan por Magdalena, Prado y Postas. En apenas una
hora toman la Virgen
Blanca con miles de botellas de ardiente cava como única arma
y bajo un sol de justicia. No son los batallones ingleses, españoles y
portugueses dirigidos por el Duque de Wellington y el General Álava. Tampoco el
ejército francés bajo el mando de José Bonaparte. Son tropas vitorianas,
alavesas, vascas... Voluntarios de todos los rincones de Euskadi, comandados
por el general Gorka Ortiz de Urbina que se disponen a vitorear a Celedón, el
héroe que hasta el día 9 les sumergirá en la batalla festiva de La Blanca.
Ppppssssssiiiiiiii.... ¡Pump!
A las seis en punto, Daniel Fernández Conde recoge el testigo cedido por los
socialistas y lanza el txupinazo festivo en nombre del Banco de Alimentos.
Parapetado por cámaras y micrófonos departe con el alcalde; a su lado, Patxi
Lazcoz lo hace con los concejales de su cuerda. Al pequeño recinto de la
balconada acceden otros políticos -Bakartxo Tejería, Ana Oregi, Javier de
Andrés, Juan Antonio Zárate...- a los que la multitud pita desde abajo. Hasta
que, de repente, la plaza explosiona en saltos de alegría, sudorosa, bañada por
litros y litros de cava cuando Celedón asoma desde la torre y da inicio a seis
minutos de descenso reposado, sin contratiempos hasta el final de su triunfal
recorrido. Llega entonces el turno de un experimentado Gorka, que en apenas
ocho o diez minutos cubre los cerca de 200 metros que le
separan de la balconada de San Miguel.
La marea humana
agolpada en la Virgen
Blanca vitorea a Celedón y pita a los políticos que asoman
por la balconada
"Gasteiztarrak,
gora Celedón!/Gora Andra Mari Zuriaren Jaiak!/Gora Gasteiz! Es muy importante
que disfrutéis todos de las fiestas... Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón
con ventana y balcón, Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón con ventana y
balcón/¡Viva Vitoria!". Un mensaje conciso y repetido una y otra vez con
el que Gorka Ortiz de Urbina desea felices fiestas a los gasteiztarras que
desde hace un par de horas botan y botan en una abarrotada Virgen Blanca, que
se resiste a abandonar la plaza para adentrarse por las estrechas calles del
Casco Viejo en busca de algún refrescante jarro de agua que, finalmente, les
llega desde las ventanas, abiertas ya a la fiesta. Es el estallido de alegría
de unas tropas que, pacientes, han esperado largo rato para vitorear las
palabras de su general Celedón.
Y es que a Gorka se le
resistió el final del recorrido debido a una pequeña trifulca, un tapón humano
en la valla situada bajo las escalinatas de San Miguel. Por eso, cuando, por
fin, logra acceder a la balconada, seguido por los focos de los fotógrafos,
sofocado y sudoroso, saluda a Javier Maroto y ambos ríen, se felicitan las
fiestas y saludan al txupinero. Algo más relajado, Celedón coloca el pañuelo
rojo al alcalde, toma aire, respira, sube un peldaño más, se asoma a la
multitud y abre el paraguas azul para saludar a la plaza, bajo una enorme
bandera de Vitoria colocada en primera fila de la balconada. No es la única
novedad de este año. Abajo, en la plaza, una gran fotografía en recuerdo de la
batalla de Vitoria protege el monumento en el bicentenario de la Batalla de Vitoria,
mientras una malla verde impide que los corchos de las botellas de champán se
cuelen en la recién semirestaurada escultura.
DESFILE DE CAMISETAS Y mientras la alegría
inunda los rostros de la
Virgen Blanca y las calles adyacentes, en la balconada más vip de la ciudad se respira una relativa
tranquilidad. Los invitados -en su mayoría políticos- lucen las reivindicativas
camisetas que desde hace unos años se han puesto de moda cada 4 de agosto. El
desfile arranca con las blancas de los trabajadores del 010. Pronto aparecen
las moradas en las que Bildu exhibe el lema Eraso
matxistarik ez!, los pañuelos
de Etxerat y las blancas con motivos rojos de Stop Kaleratzeak. Los
trabajadores de diversas empresas alavesas en crisis, agrupados bajo el
paraguas del colectivo Araba Borrokan, muestran cada uno la suya, mientras los
concejales socialistas y el portavoz del PNV, Gorka Urtaran, pasean la camiseta
negra en favor de la igualdad promovida por el Ayuntamiento. Junto a ellos
desfilan las azules de Vitalquiler y las cosidas de pegatinas contra los
recortes. Al igual que la plaza -con banderas de Fracking ez! y de los presos-
la balconada se torna un rincón reivindicativo al inicio de las fiestas. Un
espacio con más sitio libre que nunca. Quizá por ser domingo -justifican
algunos-. Sea por la razón que sea, muchos de los 800 elegidos para asomarse a
este privilegiado balcón de Gasteiz decidieron declinar la invitación.
La otra cara de la
fiesta, la de la alegría, el jolgorio y la diversión es la que los cerca de
80.000 milicianos -dicen- de las tropas gasteiztarras ponen en la plaza,
batallando contra el calor y los efluvios del alcohol, doscientos años después
de que la Vitoria
aliada con los ingleses venciese a esos mismos franceses que, hoy, cámara en
mano, fotografían anonadados el avance de las barredoras para que la fiesta
continúe.
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