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dimarts, 13 d’agost del 2013

ERREALA

El estadio realista se inauguró para el fútbol el 13 de agosto de 1993 con la visita del Real Madrid
CURIOSA FOTO...ANOETA NEVAT


Era el viernes de Semana Grande. El 13 de agosto de 1993. Han pasado exactamente veinte años. Al día siguiente este diario titulaba 'Fantástico Anoeta' en una información exhaustiva que pasaba revista a una noche difícil de olvidar. La Real dejaba atrás ocho décadas en Atocha para iniciar una nueva época en un estadio situado en las antípodas de su campo de siempre, tan insuficiente como entrañable.

Los datos que se recuerdan a día de hoy son esencialmente deportivos. Que la Real se enfrentó al Real Madrid, igual que iba a ocurrir dieciséis años más tarde para conmemorar los primeros cien años de historia txuriurdin. Que el partido terminó 2-2. Que Loren, hoy director deportivo, tuvo el honor de anotar el primer gol en el nuevo campo. Pero hubo más, mucho más. Emociones desatadas, una ilusión que no se podía contener.

La ciudad y su club llevaban tiempo preparándose para esta mudanza en la que su historia común iba a cambiar. No todo fue fácil. La Real se había visto obligada a pagar 500 millones de pesetas por el derecho de uso de un estadio que seguía siendo cien por cien municipal. Entonces un campo de fútbol en propiedad podía no costar mucho más, pero a la Real después de semejante desembolso ni siquiera le dejaron poner el escudo en el estadio o habilitar una guardería.
Dolía, pero en ese momento ni se notaba. Todas aquellas miserias dejaron de existir en los días previos a la inauguración. Cincuenta chavales ensayaban el traslado de una urna con unos centímetros cuadrados del césped de Atocha que iban a ser implantados en el nuevo campo antes de que el balón echara a rodar. Todo estaba a punto para que el fútbol guipuzcoano abriera las puertas de la que iba a ser su casa.

El viejo campo era ya una reliquia. Se abría un nuevo tiempo. Un espectáculo de luz y sonido puso término a la primera gala del estadio de Anoeta. Veinte años después, la Real trabaja para corregir todo lo que entonces no se hizo bien, cuando las urgencias y la necesidad de hacer coincidir distintas voluntades nos dejaron a medio camino.
Ojalá que pronto podamos celebrar otra fiesta inaugural, la de un Anoeta remodelado en el que el fútbol ocupe el espacio que merece y en el que la Real tenga derecho a la gestión del campo y a ser dueña de su propio desarollo. Algo que le pusieron bien difícil en 1982 y 1993 cuando divergencias institucionales le obligaron a dejar pasar de largo el tren del futuro.

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