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dimarts, 21 de juliol del 2015

Barkos asume el reto de acabar con la fragmentación de Nafarroa


En su proclamación como presidenta foral, donde defendió a su equipo, fijó como prioridades el empleo y la exclusión social
IBAI FERNÁNDEZ - Martes, 21 de Julio de 2015 - Actualizado a las 06:18h
  • La presidenta saliente, Yolanda Barcina, y la líder de Geroa Bai, Uxue Barkos, investida ayer en el Parlamento navarro.
  • Parlamentarios y público asistente aplauden a Uxue Barkos tras el resultado de la investidura.
IRUÑEA 
El 20 de julio de 2015 pasará a la historia como aquel caluroso día de verano en el que el Parlamento foral nombró a Uxue Barkos presidenta del Gobierno de Nafarroa. La octava en la era posfranquista y la primera de un ciclo político que pretende acabar con la fragmentación social, económica e identitaria de una comunidad sociológicamente plural y políticamente complicada. Realidad que Barkos quiso subrayar durante su discurso de investidura con un emplazamiento al acuerdo y al diálogo a todas las fuerzas políticas, una llamada al “altruismo” de la actividad política como base para recuperar “la ilusión” del conjunto de la sociedad navarra por su futuro.
Sin sorpresas, Barkos fue proclamada con los votos de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra, cuatro fuerzas políticamente ignoradas hasta ahora, y que hoy representan la mayoría de 26 votos que ha propiciado el cambio tras el gobierno de Yolanda Barcina (UPN). A ellos se sumó la abstención del PSN, que opta en este inicio de la legislatura por una calculada equidistancia entre quienes sustentan al Gobierno del cambio y la oposición frontal a la derecha sociológica de UPN y PP.
Ambos votaron en contra de Barkos con un discurso duro y a veces falto de rigor que muestra el difícil camino que tiene por delante el nuevo Ejecutivo foral. Una confrontación política a la que la líder de Geroa Bai, cómoda y hábil en el cara a cara parlamentario, respondió con la mano tendida al acuerdo, pero advirtiendo de que no va a tolerar “acusaciones graves ni manipulaciones sin fundamento”. “El Gobierno del cambio no es un cuatripartito. Es el Gobierno de todas y todos los navarros”, enfatizó Barkos en una férrea defensa de quien será su consejera de Presidencia, Justicia e Interior, Mari José Beaumont, un nombre propuesto desde EH Bildu que ha encendido los ánimos en ámbitos constitucionalistas.
Es sin embargo el punto de partida para el nuevo Gobierno foral, que antes de haber tomado posesión de sus nuevas responsabilidades ha comprobado la virulencia de la presión política y mediática a la que va a tener que hacer frente en los próximos cuatro años. Un reto que Barkos asumió con responsabilidad y con el objetivo principal de “mejorar la vida de las personas”. Muy alejada del discurso identitario que en los últimos días se ha querido transmitir, también ayer desde el propio hemiciclo por parte de los portavoces de UPN, PP y, en menor medida, también del PSN.
DISCURSO Fue una jornada cargada de simbolismo, en la que la candidata fue ganando soltura conforme se sucedían las intervenciones tras arrancar con la voz algo temblorosa. Fue una hora y cinco minutos de discurso en el que fue alternando euskera y castellano, con la prioridad fijada en la protección social, la creación de empleo y el reconocimiento de la pluralidad de la comunidad. No quiso la candidata salirse del guion, más allá de apuntes puntuales de una oratoria personal y reconocible con la que fue completando el texto leído sobre la marcha. Barkos se centró en explicar área por área las medidas que el próximo Ejecutivo foral prevé poner en marcha. Detalló reformas para garantizar la transparencia y el funcionamiento democrático de las instituciones; iniciativas para hacer frente a la “emergencia social” propiciada por la crisis; propuestas para fomentar el empleo, aumentar la recaudación con una política fiscal “justa, equitativa y progresiva”; y esbozó los objetivos prioritarios fijados para las áreas sectoriales que a partir de ahora tendrán que gestionar sus nueve consejeros.
Un esbozo en definitiva del acuerdo programático alcanzado por las cuatro fuerzas del cambio, que aglutina 614 medidas que serán el eje central de la actuación del Gobierno navarro. “Roza en el ridículo quien quiera calificar el cambio puesto en marcha en Navarra de inconcreto, difuso o incapaz”, argumentó Barkos, que admitió que a partir de ahora resta “llevar a buen puerto el ambicioso programa que da sentido al cambio en Navarra”. La candidata quiso también marcar su impronta personal con un alegato en defensa de la política, de los acuerdos y del interés general más allá de los debates partidistas. “El 24 de mayo nos deja la necesidad de hacer política con mayúsculas, de hacerlo bajo el clima del consenso y de dirigirlo hacia un cambio en las políticas para ser más justos con las personas más desfavorecidas”, defendió Barkos, comprometida con una “convivencia pacífica y sin enfrentamientos estériles”.
Lo hará con un Gobierno de dos vicepresidencias, una económica y otra social, que estarán “en estrecha relación y colaboración”, y que llevarán a cabo el mandato encomendado con un objetivo “integrador”. “El cambio sensato y con vocación de pervivir en el tiempo que nos ha demandado la ciudadanía tampoco entiende de rencores ni de venganzas”, opinó la líder de Geroa Bai, que pidió a UPN que “ordene su casa” y se centre en la “dignísima labor de oposición”. “Será un Gobierno para todos, por más que alguien sueñe con que cometamos errores. Exactamente los mismos que ellos cometieron”, dijo Barkos, “la primera presidenta abertzale en una Navarra que no lo es”. “Y eso es algo que tendré muy en cuenta”, zanjó.

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